Romanos

Santificaci?n Bajo la Ley

Photo of Gary DeLashmutt
Gary DeLashmutt

Romans 7:1-25

Outline

Introducción

Debemos comenzar revisando algunos términos cruciales.

Los términos más importantes son “bajo la ley” y “bajo la gracia”.  Puedes ver que Pablo los contrasta en 6:14b (leer).  Estos dos términos resumen dos maneras completamente diferentes de acercarse a Dios.  En general, “bajo la ley” significa que uno hace algo para Dios; “bajo la gracia” significa que confías en que Cristo hizo algo para ti (charis, Caridad).  La religión nos instruye a acercarnos a Dios bajo la ley; el cristianismo nos invita a acercarnos a Dios bajo la gracia.  (La religión llama  a nuestro sentido de la intuición para saber cómo acercarnos a Dios; la gracia es anti intuición—debemos estar convencidos de  y acostumbrados a ella).

Cuando se trata de obtener la aceptación de Dios (justificación), la puedes buscar de dos maneras muy diferentes. 

La puedes buscar  “bajo la ley”, lo que significa que intentas ganarte la aceptación de Dios como el pago de un salario por tus buenas obras.  Pablo ocupa los tres primeros capítulos  de Romanos refutando esta manera al demostrar que los estándares de Dios son tan altos que nadie podrá nunca lograrlo (3:23).

Por otro lado, puedes buscar la aceptación de Dios “bajo la gracia”.  Esto significa que no dependes de tus buenas obras para Dios, sino que en la obra de Cristo para ti—dejando que él obtenga la aceptación a través de su perfecta vida y su muerte por substitución.  Si te acercas a Dios de esta manera, él te dará la aceptación como un regalo gratis y permanente (3:24). (Evangelio).

Pero, ¿qué hay de servir a Dios y buscar su voluntad para tu vida (santificación)?  ¿No es esto importante después que has sido aceptado por Dios?  De hecho lo es—pero deberás escoger cómo servirás a Dios—en una de las dos maneras diferentes.

“Bajo la Ley” dice que debieras servir a Dios con tu propia fuerza de voluntad moral.  Talvez porque temes que Dios te rechazará si es que no lo haces, tal vez producto de agradecimiento por su aceptación—tu trabajo es ahora enfocarte en los mandamientos de Dios e intentar tan duro como puedas para obedecerlos.

Esto parece obvio— ¡pero es la manera equivocada! En la medida que intentemos servir a Dios de esta  manera, nunca comprenderemos o nunca  nos beneficiaremos de servir a Dios bajo la gracia.  Es por esto que Pablo explica anteriormente cómo servir bajo la gracia, él se toma un capítulo entero argumentando porqué el servir a Dios bajo la ley es un callejón sin salida.  Él da dos razones…

Dios ya ha librado a los Cristianos de la Ley (7:1-6)

La primera razón es que ¡Dios mismo nos ha librado de ella!  Leer 7:1.  El principio es que la muerte nos libra de la autoridad de la ley.  ¿Cuántos policías del tránsito encuentras en el cementerio intentando cobrar los partes no pagados?

Este mismo principio se aplica al matrimonio (leer 7:2,3).  Imagínate una mujer que se casa con un marido demandante.  Él es recto, pero nunca le ayuda.  Sin embargo ella está obligada (bajo la ley civil judía) a permanecer casada con él, aunque ella haya conocido otro hombre maravilloso y amoroso.  Sólo si su marido se muere, ella está libre para casarse con el segundo hombre.

¿Qué tiene que ver esto con la santificación? Mucho—leer 7:4-6.  Antes de conocer a Cristo,  estamos “casados” con la Ley—obligados  a intentar mantenerla por nuestro propio poder.  A esto Pablo le llama servir a Dios “por medio del antiguo mandamiento escrito”.  Pero Dios nos libra de esta obligación—no al hacer morir la Ley (es eternamente la expresión del carácter moral de Dios) —sino que al hacernos morir  ante la Ley (a través de nuestra identificación con Cristo) así ahora estamos “casados” con él y podemos tener su poder trabajando a través nuestro para llevar fruto para  Dios.  Esto es lo que Pablo llama servir “con el nuevo poder que nos da el Espíritu”.

¡Esto es radical!  Pablo sabe que algunos de sus lectores están objetando a este nivel (como algunos de

Uds. lo podrían estar haciendo).  “¿Por qué es tan malo intentar servir a Dios por medio del antiguo mandamiento escrito?  ¿Por qué debemos ser liberados de esto?  ¿Estás implicando que la Ley en realidad es mala?”  Pablo responde  estas preguntas en 7:7-24 al describir su propia experiencia tratando de servir a Dios bajo la ley. Estoy feliz que él haya incluido esto, porque me ayuda a comprender algunas de mis luchas espirituales más profundas.  Me pregunto si puedes darte cuenta de lo que él describe.  En todo caso, él relata tres experiencias dolorosas que aprendió en “La Escuela de la Ley”…

Tres experiencias dolorosas que aprendió en “La Escuela de la Ley” (7:7-24)

Leer 7:7.  Lo primero que Pablo hace es rechazar cualquier sugerencia que la ley de Dios sea pecado.   Al contrario, la Ley define lo que es pecado y expone su presencia en nuestros corazones.

Por encima y en contra de los fluctuantes estándares culturales y de las conciencias que pudiesen ser heridas, la ley moral de Dios provee un estándar moral absoluto que define cómo él nos ha diseñado para vivir.  Podemos buscar en él una dirección que no cambia con respecto a nuestra sexualidad, el trato de la propiedad de otras personas, etc. ¡Esta es una maravillosa provisión!

Pero la Ley también personalmente  expone el pecado dentro de nuestros corazones.  Como una IRM (Imagen Resonancia Magnética; Scanner), tiene la propiedad de mirar por debajo de la superficie y revelar pecados de actitud más profundamente asentados.  Esto es lo que Pablo está enfatizando en 7:7.  Tiene relevancia el hecho que no mencione algo externo como el asesinato o adulterio o el robo.  Como cristiano, él está buscando el corazón mismo de Dios—y  se tropieza con una terrible conclusión.  Su propio corazón está lleno de  codicia (Éxodo 20:17).  La codicia es una actitud interna que da nacimiento a conductas externas.  Esta prohibición es la contraparte negativa de lo que dijo Jesús que era  el centro de la Ley de Dios—amar a Dios con todo tu corazón, y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:36-40).

Dios quiere más de nosotros que meramente el hecho de no asesinar o robar o blasfemarle, etc.  Él quiere que lo amemos suficientemente como para confiar en su cuidado de nuestras vidas y agradecerle por todas las cosas en nuestras vidas en vez de resentirle internamente porque él nos ha quemado.   Él quiere que amemos a otros suficientemente como para buscar su bienestar y gozarnos por sus bendiciones—no envidiar lo que tienen y regocijarse interiormente cuando fallan o cuando pierden lo que nosotros queríamos.  Mientras mi corazón codicie de esa manera, estoy fundamentalmente en conflicto con el corazón de Dios.

La Ley de Dios expondrá este tipo de debilidades en nuestros corazones—pero no lo puedes arreglar.  De hecho, si intentas arreglarlo por ti mismo, descubrirás otro problema…

Leer 7:8-13.  La Ley no sólo no puede ayudarte a superar los pecados internos como la codicia; si no que en realidad agrava el problema al estimular tu naturaleza pecaminosa hacia una actividad más tortuosa...

Cuando simplemente trato de parar de codiciar la situación de un amigo, mi mente se enfoca aún más en todo lo que tienen y que yo no tengo— ¡y encuentro más y más razones para codiciar su situación!  También encuentro que mi naturaleza  pecaminosa se adapta tremendamente; es feliz de volverse religiosa, en la medida que permanezca en control.  Dejará de codiciar cosas grandes como el auto de alguien o el salario—pero comenzaré a codiciar los dones espirituales de otros cristianos, posiciones de liderazgo, la manera en que otros adoran y los respetan, etc.  Se volverá mucho más sutil—no haciendo pucheros cuando no obtengo suficiente alabanza, sino que aprendiendo cómo llamar la atención y la alabanza de los demás.

El sólo hecho de darse cuenta de esto y tratar de detenerlo es un proyectodesesperado.Escuchen la experiencia de C.S. Lewis en esta área: “He encontrado cosas absurdas y terribles con respecto a mi propio carácter.Al sentarme por ahí, y observar el surgimiento de pensamientos que rompen su cuello en la medida que explotan, uno aprende a conocer todo tipo de pensamientos que vienen.Y será, créelo, un pensamiento de cada tres de auto admiración: cuando todo lo demás falla, habiéndosele roto el cuello, surge el pensamiento “¡qué admirable tipo soy al romper sus cuellos!”Mesorprendo a mi mismo haciendo posturas frente al espejo, por decir, a lo largo de todo el día.Pretendo que estoy pensando cuidadosamente lo que le voy a decir a mi próximo pupilo (por su propio bien, por supuesto) y de pronto me doy cuenta que realmente estoy pensando cuán espantosamente inteligente seré y cómo él me admirará…Cuando te fuerzas a parar, te admiras de ti mismo por hacerlo.Es como combatir la Hidra [NT. mitología griega: serpiente acuática de muchas cabezas, que al cortar una salen dos]…Pareciera que no se acabara.Profundidad tras profundidad de egocentrismo y auto admiración…”

Esto llevó a Pablo a una conclusión dolorosa pero crucialmente importante, la cual relata en 7:14-23 (leer). ¿Notaste la sobresaliente ausencia de cualquier referencia a la dependencia en Dios o en el poder del Espíritu Santo?Este es el recuento de Pablo tratando de obedecer la ley de Dios por su propia fuerza de voluntad moral.

La lección clave es 7:18. Como cristiano, tengo el deseo de obedecer la voluntad de Dios, pero no tengo el poder para hacer esto de ninguna manera que esté profundamente asentada; mi deseo de hacer la voluntad de Dios será siempre frustrado por la inteligencia y el poder de mi naturaleza pecaminosa.Aunque mi vida es de muchas formas menos abiertamente malvada de lo que era antes, me doy cuenta que mi naturaleza pecaminosa es tan astuta y poderosa que nunca seré capaz de derrotarla.Nunca podré realmente amar a Dios y a los demás por mis propias fuerzas.

¿A dónde te diriges desde aquí?

¿Has llegado alguna veza esta conclusión con respecto a tu propia vida?Si te ha ocurrido, entonces te das cuenta que no puedes permanecer aquí mucho tiempo porque se produce una disonancia cognitiva.Debes responder en una de las tres formas:

- Puedes ser honesto con respecto a tu impotencia moral, y sencillamente entregarte al pecado.Esta es la manera en que mucha de la gente que creció dentro de formas legalistas del cristianismo responde.Es una respuesta trágica, porque te llevará a un daño mayor en tu vida, y porque Dios tiene una solución para esto, como lo veremos.

- O puedes diluir la ley de Dios para que consista sólo en cosas superficiales, relativamente fáciles (EJEMPLOS de cambios superficiales).Luego te puedes comparar con el resto y convencerte a ti mismo que eres justo.Esta es la respuesta orgullosa, que creo que muchos de nosotros aquí (incluyéndome) tendemos a hacer.Esto nunca atraerá a los demás a Cristo, tampoco traerá verdadera libertad y realización personal en nuestras vidas.

- O puedes darte cuenta que estás en al borde de hacer un gran descubrimiento y responder como Pablo.Leer 7:24,25ª. En vez de sumergirse en el pecado por la desesperación, en vez de volverse superficialmente orgulloso, Pablo reconoce su atadura—y luego busca ayuda en Jesús, fuera de si y de la Ley, para que lo libere.

Tal como debemos llegar al punto en el cual admitimos que es imposible ganarse la aceptación de Dios a través de nuestras propias buenas obras, y debemos dirigirnos hacia Cristo para que la obtenga por nosotros—así tenemos que llegar al punto en el cual admitimos que es imposible servir a Dios por nuestro propio poder, y debemos volvernos a Cristo para obtener su poder para lograr esto.

Cuando hacemos esto, descubrimos que él nos dará poder en forma gradual para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas a través del Espíritu Santo (8:4 al final). Esto es servir a Dios “bajo la gracia/en el nuevo poder del Espíritu”,y la PRÓXIMA SEMANA estudiaremos cómo hacer esto.

Notas al pie

Green and Hooper, C. S. Lewis: A Biography. p. 105

More In This Series